miércoles, 18 de enero de 2017

Experiencia

Probablemente me dirían loco a voz alzada. No todos, pero la mayoría. "A lo hecho, pecho" eso es lo que dicen. Por eso estoy aquí. Sin saber a dónde ir y con un cuerpo lleno de sangre a mi alrededor. Sí, sangre. Quizás tenía demasiado, odio, rencor, ira... pero, ¿quién soy yo para juzgarme a mi mismo?.
Puede que no tuviera suficientes razones para hacerlo, pero lo hice.
¿No habéis odiado tanto a una persona que alguna vez, por pequeña que sea, se os ha pasado por la cabeza, que pasaría si no viviera?. Tal vez no.
Lo cierto es que, en esos momentos de pura rabia, yo tenía el control. Podía notar como la fuerza de mi puño se acercaba a un rostro cada vez más débil. Me sentía más fuerte que nunca y aunque suene raro, me veía capaz hasta de dominar el mundo. Ahí estaba haciendo esta reflexión de último momento, tal vez de arrepentimiento. Aunque lo dudo. Veía el cuerpo inmóvil a mi lado, lleno de heridas causadas por mi. Podía echarme a llorar pero en esos momentos no sentía nada.
Miraba constantemente esa planta llena de sangre, manchada por la firmeza de mis manos. Ese cuerpo inerte el cual no había podido despedirse de nadie. Alcé la vista buscando una salida de emergencia. Vi aquel cielo despejado y esos pájaros diminutos, a simple vista, que volaban libres. Quizás, era una señal. Pero mi cerebro se anulo y mis piernas ya se estaban moviendo a gran velocidad.

2 comentarios: